
La salud mental como prerrequisito para el desarrollo económico de un País.
Los servicios de salud mental y neurológica para la población general son un reto global. Cuando se entrevistan a miembros de estas comunidades ellos identifican como sus problemas más acuciantes la violencia doméstica, el uso de alcohol y drogas y el embarazo precoz de niñas y adolescentes. Estos problemas tienen algo en común: todos son problemas que se generan, se desarrollan e impactan la salud mental de quienes los sufren. La Organización Mundial de la Salud ya en el año 2008 identificó estos problemas y propuso que sólo podían ser identificados y controlados con programas basados en las comunidades que los sufren.
Los sistemas sanitarios nacionales, tanto de países desarrollados como de países en vías de desarrollo, pecan sistemáticamente en considerar los tres problemas delineados arriba como situaciones individuales que se atacan con programas verticales dirigidos desde las oficinas de los Ministerios de Sanidad Pública.
Craso error. Los tres problemas tienen la raíz conjunta de ser problemas de salud mental y sólo pueden ser enfrentados por un programa horizontal, tomando en cuenta a las organizaciones comunitarias.
Caso real de implementación
Esta estrategia fue empleada con éxito en un barrio marginal de Quito, capital del Ecuador. Se enfatizaron las necesidades de educación para los padres y de organización de la comunidad para promover estas iniciativas. Las necesidades de la comunidad en este campo fueron evaluadas a través de la aplicación de un cuestionario desarrollado con la participación de varios líderes comunitarios y de estudiantes y profesores del colegio local. Esta encuesta se aplicó casa por casa por los estudiantes de penúltimo año de bachillerato, quienes recibieron el entrenamiento adecuado por parte del equipo de profesionales de salud mental y neurológica que participó en el proyecto.
Un total de 255 hogares fueron visitados y se recogió información sobre aspectos demográficos, económicos, educacionales, ambientales, condiciones de vida, migración y factores sociales.
Entre los factores encontrados, la pobreza fue la más impactante en esta área: el 52 % vivía por debajo de la línea de la pobreza y el 20 % vivía en condiciones de pobreza extrema. Otro factor fue la falta de educación de la comunidad: el 48 % no había completado la educación básica. La tasa de analfabetismo fue del 6,4 %.
En cada barrio visitado los líderes locales organizaron reuniones con los residentes y salieron a la luz los principales problemas.
La violencia y abuso domésticos, especialmente contra mujeres y niños, fueron problemas muy prevalentes y recurrentes en todos los grupos entrevistados. Las discusiones en estos grupos trajeron a la luz la tolerancia y aceptación de estas prácticas por razones culturales. Más de la mitad de los niños entrevistados declararon que eran golpeados por sus padres al menos una vez a la semana. Cuando se les preguntó a las mujeres si habían sido abusadas de niñas, el 27 % afirmó haber sido abusadas físicamente, mientas que el 25 % refirió abusos psicológicos. El 46 % de las mujeres casadas habían sido abusadas psicológicamente por sus maridos y el 36 % físicamente.
El abuso de substancias fue otro problema dilucidado en esta investigación. El 98 % de la población mayor de 15 años había consumido alcohol durante el último mes. La prevalencia de alcoholismo fue de 37 casos por 100.000 habitantes. En cuanto a otras drogas, la marihuana fue utilizada en el 6,8 % de los jóvenes entre 15 y 22 años en el último mes.
El embarazo entre las adolescentes fue otro problema común. 11 % de las niñas presentaron este problema.
Los programas establecidos fueron: trabajo con los niños y los padres en los centros educativos; entrenamiento a personal de atención primaria para enfrentar estos problemas; detección temprana de enfermedades mentales graves; formación de grupos de auto ayuda familiar; centro de recursos informativos y evaluación continua en las comunidades intervenidas.
Después de cinco años de trabajo los puntos más destacables y evidentes fueron que la comunidad se volvió una comunidad más segura, lo que propició el flujo de inversión económica a la zona, transformándola en una zona residencial y dinámica.
Este ejemplo debería extenderse a otras comunidades a nivel nacional e internacional. Es un ejemplo de que la base del desarrollo económico es una salud mental sólida.